Huellas y trazas fósiles

Las areniscas de Jaizkibel apenas contienen fósiles, salvo escasos caparazones microscópicos de plancton. Sin embargo, son muy abundantes las huellas de actividad de organismos, denominadas icnofósiles. Estas marcas apenas aportan información sobre el aspecto de los seres que las crearon, si bien permiten conocer mucho sobre cómo era su comportamiento. Las trazas encontradas, atribuibles al desplazamiento, alimentación o reposo, fueron realizadas siempre sobre la superficie del sedimento, lo que indica que debía tratarse de un fondo marino muy profundo. Los invertebrados que las formaron, crearon curiosas pistas que respondían a patrones concretos de actividad biológica.

Enigmáticas paramoudras

En las areniscas de Jaizkibel se ha descubierto la mayor y más densa acumulación mundial de unas curiosas estructuras denominadas paramoudras. Se trata de formas esféricas o redondeadas de entre 2 y 3 m de desarrollo vertical y hasta 8 m de desarrollo horizontal. Estas masas aparecen siempre atravesadas por un canalículo de unos 5 mm de diámetro, en el que a veces aparece conservada una estructura menor que se ha denominado espícula. Estas masas resaltan fuertemente sobre los estratos de arenisca al ser mucho más resistentes a la erosión que la roca encajante.

La hipótesis de trabajo propone que, durante la sedimentación, un grupo de invertebrados excavaron galerías en el fondo marino. Estas perforaciones funcionarían como canales durante la transformación del sedimento en roca (diagénesis) permitiendo la circulación de flujos acuosos ricos en sílice procedente de la disolución de los granos de cuarzo. Esta sílice iría precipitando en la periferia de los canales, de forma progresiva, formando unas concreciones o nódulos silíceosmasivos que envolverían el canalículo central.