Reconstruyendo la paleografía

Las rocas en su conjunto demuestran que se formaron en un fondo marino abisal de entre 1.000 y 4.000 metros de profundidad, en el que corrientes de turbidez asociadas a abanicos submarinos de procedencia septentrional produjeron el depósito de sedimentos. En las zonas externas de los abanicos, los materiales eran de menor tamaño y se depositaban por decantación; en las zonas internas, los procesos eran mucho más energéticos e involucraban erosión de los sedimentos previos y acumulación de granos más gruesos. Las dataciones han permitido fechar estos acontecimientos durante el Eoceno (Terciario), entre 56 y 48 millones de años. 

Durante la etapa inmediatamente posterior al depósito de los sedimentos, se produjo la circulación de fluidos a través de los espacios que quedaban entre los granos. Estos flujos acuosos eran ricos en soluciones minerales, sobre todo calcio, sílice y hierro, que fueron precipitando durante el proceso de endurecimiento de la roca. La precipitación del carbonato cálcico originó el cemento que cohesiona los granos de la arenisca. La sílice creó bolos que resaltan en la roca debido a su mayor resistencia a la erosión, y el hierro dibujó caprichosos bandeados de tonalidades amarillentas y ocres, que al oxidarse da el característico color amarillento, y en algunos casos rojizo, de estas rocas. 

La emersión de los fondos marinos

Las areniscas de Jaizkibel, formadas en una profunda cuenca marina, hoy aparecen emergidas y muestran una importante inclinación, que en algunos casos llega hasta 70º. Para comprender la razón hay que recurrir a la dinámica de placas. Hace 120 millones de años la placa ibérica comenzó a rotar con respecto a la placa europea, produciéndose la apertura del Golfo de Bizkaia. El proceso culminó hace 40 millones de años con la superposición de ambas placas y la formación de los Pirineos, lo que generó la elevación, compresión y deformación de los materiales depositados en etapas previas.

Tras la emersión de las rocas, el mar ha ido descendiendo progresivamente, pudiéndose reconocer en el paisaje al menos tres momentos concretos. El más antiguo se sitúa a unos 200-240 metros sobre el nivel marino actual y el biselado casi horizontal del relieve sugiere una antigua plataforma de abrasión. Un segundo nivel, producido hace más de 23.000 años, se encuentra a unos 30-40 metros sobre el nivel del mar y representa otra rasa mareal aunque recubierta de cantos muy redondeados. El nivel más reciente, se halla entre 1 y 2 metros sobre el nivel de pleamar actual, y está caracterizado por superficies erosivas, rellenas de arenas y gravas, de hace unos 2.700 años.